25 julio 2015

CUANDO RUSIA ERA CULPABLE





El ministro y cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer, manifestó en el diario “ARRIBA” el 25 de junio de 1941 que Rusia era culpable de la guerra (de España) y de la muerte de José Antonio, y que por lo tanto el exterminio de Rusia era una exigencia de la Historia y del porvenir de Europa. Y José Policarpo Monedero, convencido seguramente de ello, acabó alistado en la llamada División Azul, oficialmente “División Española de Voluntarios” o “250 Infanterie-Division de la Heer (Wehrmacht)”. Era uno más de los casi 50.000 que lo hicieron, pero era vecino de Quart de Poblet.



Nuestro vecino, conocido como “El cresolero” porque sus padres vivían en “El Cresol” antes de la guerra de España, falleció en el frente de Rusia. Según Coll Ferrer “a su marcha a incorporarse, (hubo) muchos cantos de victoria; pero luego, al conocerse la desgracia de su muerte, casi pasó desapercibido”. Un “casi”, no obstante relativo atendiendo el funeral que según la prensa del 29 de abril de 1943 organizó el Frente de Juventudes local, para honrar la memoria de su camarada “caído heroicamente en el frente del Este en defensa de los ideales cristianos y españoles”.
El Frente de Juventudes al que pertenecía Monedero fue creado en 1940 como organización juvenil de FET y de las JONS, y existió como tal hasta 1969 cuando fue reconvertido en la Organización Juvenil Española (OJE). El Frente de Juventudes fue junto al ejército uno de los principales nutrientes de la División, y posiblemente el que en mayor medida estaba comprometido ideologicamente con el nazi-fascismo. Divisionarios conocidos y con motivaciones distintas fueron Luis García Berlanga y Luis Ciges, o Dionisio Ridruego, Alfonso Armada y Mariano Sánchez Covisa. 
Otros muchos anónimos se alistaron también por aventura  o interés político para que en definitiva, entre 1941 y 1943 casi 50.000 españoles participaran como soldados del ejército alemán en diversas batallas relacionadas con el sitio de Leningrado, evidenciando con ello la identificación del régimen de Franco con la Alemania nazi y la Italia fascita, que en tan gran medida habían contribuido a su victoria en España, y con las que hizo frente común contra el estalinismo, pero también, no se olvide, contra la democracia y las libertades fundamentales.

LEVANTE 29 abril 1943


José Policarpo Monedero (citado en ocasiones con el nombre de Jesús en alguna documentación) sirvió como soldado en el II Batallón del 262 Regimiento de Infanteria, bajo el mando del coronel Pedro Pimentel Zayas. La División de Voluntarios que al salir de España se componía de 4 regimientos de infanteria se reorganizó en Alemania en la 250 División, con 3 regimientos de infanteria y 1 de artillería. Cada regimiento contaba 3 batallones, que en total sumaban 14 compañías, repartiendo 4 de ellas por batallón, y añadiendo 2 auxiliares. El II Batallón al que pertenecía Monedero se organizaba en la 5ª, 6ª y 7ª compañías de Fusiles y la 8ª de Ametralladoras, bajo el mando del Comandante Matias Sargadoy. 


Según el Foro Memoria Histórica de la División Azul, “El cresolero” murió en diciembre de 1942, y fue enterrado el 23 de febrero de 1943 en la fila “G” del cementerio ruso de Raikolow. Según la organización alemana “Volksbund” que se ocupa de los cementerios militares alemanes por todo el mundo (en España puede visitarse el de Cuacos de Yuste), en la región de Leningrado hay al menos otros cuatro cementerios que albergan en total más de 1500 cuerpos, de los más de 4500 que vestidos con uniforme alemán se quedaron para siempre en Rusia.

LAS PROVINCIAS 8 de abril 1943


La memoria de la División Azul, y en concreto la de José Policarpo Monedero no es deseada ni merece honor, pero es parte de nuestra Historia, y la debemos conocer. “El cresolero” fue víctima de un tiempo y de una manera de hacer política que en ningún caso podemos aceptar. La Memoria Histórica que debemos construir y promulgar los demócratas, y en democracia, debe ser precisamente eso: democrática. La Memoria Histórica que proponemos y pretendemos debe honrar pues a quienes lucharon y sufrieron por defender valores, acordes a las libertades y derechos hoy comunmente aceptados.

En 2004 y a instancias del entonces ministro José Bono, en los actos militares de la Fiesta Nacional desfilaron dos viejos combatientes de signo muy distinto: un veterano de la División Azul “alemana” junto a otro de la División Leclerc “francesa”. No debemos renunciar a la reconciliación de las personas, pero tampoco olvidar que sigue siendo muy desigual el tratamiento y reconocimiento que unos y otros recibieron en la suma de la Historia. Después de 40 años de dictadura, y de muchos de esforzada Transición, la llamada Ley de Memoria Histórica de 2007 es necesariamente el primer paso de un camino que en las instituciones, y fundamentalmente en la sociedad civil, debe acometer la construcción de una Memoría Histórica que ponga en valor a la democracia, y a quien luchó por ella. 

El pleno ordinario del ayuntamiento del próximo 28 de julio incluye un punto relativo a la Memoria Histórica de Quart. No contemplo que ninguno de los grupos políticos con representación puedan oponerse ni a la aplicación de la ley, ni a la instrucción pública que supone. 

12 julio 2015

QUART DE POBLET passa en flames




PARTE TERCERA
“NO SERÀS AMO DEL PANY SI LA CLAU LA TÉ UN ESTRANY”
de “Violencia política y Memoria Histórica en Quart de Poblet”
(Ajuntament de QdP-2008-)


Quart de Poblet passa en flames.

“La processó” de Al Tall sintetiza lo que la Guerra de Sucesión supuso para los valencianos, “que por el justo derecho de la conquista que de ellos han hecho últimamente mis armas” (dictaba el rey Borbón), dejaron de ser aquello que durante casi cinco siglo habían sido. La Guerra de Sucesión se materializó en este modesto lugar de la huerta mediante el fuego que destruyó a principios del siglo XVIII las casas de los vecinos de Quart de Poblet. 

La importancia que Al Tall otorga a lo sucedido no tiene correspondencia con lo que Coll Ferrer dedica al conflicto que configuró el actual Estado; un espacio relativamente breve que comparativamente resulta significativo dado el silencio que sobre dicho periodo ofrece la página web del Ayuntamiento. Coll Ferrer se remite no obstante a dos versiones distintas, que por su opuesto punto de vista insinúan un final de tabla rasa. Las versiones referidas son las de Gaspar Escolano y un tal Padre Colomer: el primero elogia la resistencia numantina de los vecinos de Quart, que incendiaron sus casas y murieron antes que rendirse a las tropas de Felipe V: 

“Durante la Guerra de Sucesión, los vecinos de Quart ofrecieron dura resistencia a las tropas de Felipe V, por lo que el comandante Antonio del Valle, enfurecido, dispuso el ataque con fuerzas de caballería e infantería, continuando los de Quart la resistencia del lugar, juramentándose a no entregar su pueblo a las huestes del rey Borbón, hicieron salir a las mujeres, niños y ancianos, quedándose en el interior de la población sólo los hombres útiles para su defensa, y cuando no fue posible resistir más el ataque de las fuerzas reales, prendieron fuego a sus casas, pereciendo todos, antes que rendirse ni uno solo a las tropas de Felipe V, emulando el ejemplo que dieron saguntinos y numantinos defendiendo sus respectivas ciudades y su honor”.

El segundo afirma que en enero de 1707 un destacamento austracista que pasaba por Quart y Aldaia incendió algunas casas porque sus dueños eran partidarios de Felipe V.

“Durante la Guerra de Sucesión, el 17 de enero de 1707, pasaron Mahonsú y el Conde de las Torres por Quart y Aldaia, mandando incendiar algunas casas porque sus dueños eran partidarios de Felipe V”.

De la versión de Escolano puede criticarse que recurre innecesariamente al mito saguntino; de la del Padre Colomer que contiene elementos en si mismos contradictorios. Ambos puntos de vista, aunque defectuosos, engrosan la memoria histórica sobre un conflicto que tres siglos después aun arrastra los problemas relativos a la identidad nacional.

La versión del Padre Colomer citada por Coll Ferrer atribuye al Conde de las Torres y a un tal Mahonsú la represión de los borbónicos; lo que en principio resulta un contrasentido en tanto en cuanto el primer Conde de las Torres, Cristóbal Moscoso y Montemayor, combatió con -y no contra- las tropas de Felipe V, siendo por ello recompensado entre otros honores con el marquesado de Cullera o el señorío de la Albufera. No obstante, es seguro que seguidores del partido de los borbones sufrieron actos de violencia por parte de sus vecinos partidarios de la causa que en la huerta de Valencia representaba Basset, confirmando que la violencia política retroalimenta a los contendientes.

Un interesante recurso para profundizar en los hechos es la reedición del clásico de José Manuel Miñana, declarado borbónico y coetáneo del periodo que analizamos:
-La primera es una nota a pie de página que atribuye a Antonio del Valle la destrucción en 1707 de una buena parte de la población de Quart por haberle ofrecido resistencia. Como premio a sus servicios se le nombró Gobernador Militar y Corregidor de la ciudad (de Valencia), llegando a alcanzar el grado de Mariscal de Campo.
-También a pie de página se atribuye a D’Asfeld (“dimoni emplomat, incendiari i mala bava”; dice de él Al Tall, y responsable de los incendios de Vila-real y Xátiva) los mismos hechos, que además en su cronología los editores parecen errar. En el Libro I de la obra original de Miñana se encuentra con mayor detalle las manifestaciones de violencia política ocurridas:
“Antonio del Valle, que hemos dicho permanecía en Xiva, cuando oyó que Moscoso estaba cerca de València, decidió marchar a su encuentro con sus jinetes. Mas al llegar al puente de San Onofre, no lejos de Quart, pueblo bastante grande en la huerta de València, aunque se daba cuenta de que los labradores, que de diversos sitios habían acudido armados, habían interceptado el puente, y que habían carros colocados de través en el camino como una barricada, y que se encontraban allí como haciendo guardia, con la intención de impedir el paso a los soldados, sin embargo, los atacó con disparos desde lejos, porque no podía hacerlo cuerpo a cuerpo. Pero ellos, asustados por el aspecto feroz de los soldados, tras disparar una sola vez sus armas contra ellos, al punto echaron a correr. Así pues, desplazado el obstáculo de los campesinos, reparan el puente con maderas en forma de tarima, y avanzan en linea recta hacia Quart, en donde como hubiesen advertido los soldados que los ánimos de los habitantes les eran contrarios, y que les disponían un hospedaje mezquinamente, soliviantados contra ellos, saquean algunas casas, y tras descansar, marchan al encuentro de Moscoso”.

“Pero al pasar los Napolitanos no lejos de Quart, diez soldados, que caminaban más lentamente, desconocedores del país, tras abandonar la ruta del ejército, entran en aquel pueblo: inmediatamente hechos prisioneros éstos por los habitantes, matan a dos en venganza del saqueo: a los restantes como prisioneros según el derecho de guerra, los remiten a Basset. Al conocer esta acción, Arcos manda que el pueblo sea incendiado, los soldados tras saquear las casas de éste, las entregan al fuego, arrojando teas, conservando algunas deliberadamente a causa de la lealtad hacia el Rey de sus dueños: a éstas después los campesinos entregándose a la venganza las hacen perecer del mismo mal”. 

Con el relato de Miñana se puede resolver la supuesta dicotomía de versiones distintas que refería Coll Ferrer. Lo realmente existente es la conocida secuencia acción-reacción, que en este caso se manifestó de la siguiente manera:

1. Labradores de la huerta se enfrentan a una unidad del ejército borbónico, al que intentan impedir el paso.
2. Los soldados superan fácilmente la resistencia y saquean algunas casas.
3. Los habitantes del lugar saqueado apresan soldados -napolitanos- rezagados. Matan a dos de ellos y remiten al resto como prisioneros a la autoridad de Valencia capital.
4. El Duque de Arcos, uno de los dirigentes del ejército borbónico, ordena en represalia el saqueo e incendio de determinadas casas.
5. Las víctimas de los incendios hacen lo propio con las viviendas de aquellos que por su afinidad borbónica no habían sido represaliados.

El libro sobre Joan Baptista Basset de José Luis Cervera Torrejón resulta imprescindible para situar cronológicamente los hechos sucedidos en el siglo XVIII, dado que el texto de Miñana, y como advierte Antonio Mestre en el prólogo de la reedición, “carece de la fecha exacta en que ocurrieron muchos de los acontecimientos narrados”.
Cervera Torrejón añade además el que puede considerarse el último episodio de la serie iniciada con el saqueo perpetrado por las tropas borbónicas:

“El càstig que van patir dos pretesos col.laboradors dels borbònics en la crema de Quart: un de setanta anys i l’altre de disset, que van ser penjats a la plaça del Mercat (de Valencia) i els cossos dels quals penjaren tres dies com a exemple”.

Una mejor comprensión de lo acontecido requiere además de orden cronológico un contexto en el que situar los hechos: Quart de Poblet fue vía de paso de las tropas borbónicas en su acoso a Valencia; el enfrentamiento con vecinos de este lugar, y la posterior acción de castigo contra el pueblo, fue uno más de los movimientos emprendidos por los felipistas, desalojados del poder por la acción de Basset que había declarado a Carlos III rey de Valencia. Basset, el general valenciano que había hecho posible un cambio que pretendía trascender lo dinástico, vio menguar su crédito político al mismo tiempo que crecía su necesidad de refuerzos militares. Lo sucedido en este lugar demostró la implicación popular en el conflicto, pero sobretodo la ancestral incapacidad que la sociedad civil tiene ante la fuerza militar.

Las personas que a principios del siglo XVIII eran vecinos de Quart de Poblet participaron de hechos que hoy tienen naturaleza histórica; aquellas personas que pueden ser nuestros antepasados -los tatarabuelos de nuestros tatarabuelos- vivieron aunque sin la perspectiva que hoy gozamos, un conflicto, la Guerra de Sucesión, que tiene como prólogo el Tratado de Westfalia de mediados del siglo XVII, y la rendición de Barcelona el 11 de septiembre 1714 como epílogo. En la ciudad condal dos regimientos formados por valencianos, y el propio Joan Baptista Basset al mando de la artillería, participaron de la resistencia contra el ataque de los poderosos ejércitos borbónicos.

La Guerra de Sucesión no fue un conflicto estrictamente peninsular: estaba planteado dentro del entramado de las relaciones internacionales de la edad moderna, aunque en el ámbito interior de la monarquía hispánica supusiera el choque entre las formas políticas absolutistas que representaba Francia, y el pactismo que en la Corona de Aragón habían mantenido los Austrias pese a sus constantes intentos uniformizadores. Fueron las dificultades para la descendencia de Carlos II las que abrieron la posibilidad del cambio de dinastía, y con ello el conflicto tanto en el interior como en el exterior de la península. En 1696 Carlos II había designado sucesor al austracista José Fernando de Baviera, fallecido posteriormente, pero en 1698 y 1700 las potencias europeas ya habían acordado la partición de la Monarquía Hispánica. El 1 de octubre de 1700 Carlos II, un mes antes de morir, nombraba nuevo sucesor al Borbón Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV. El vuelco que ello suponía a favor de Francia , y la ruptura por tanto del equilibrio europeo heredado de Westfalia, generaba en 1701 la Alianza de la Haya entre Inglaterra, Holanda y Austria, que en 1702, junto con algunos príncipes alemanes, declaraba la guerra a Francia. En 1703 Saboya y Portugal se unían a La Alianza contra Francia, y en 1704 los ingleses tomaban Gibraltar. 

En 1705 el Archiduque Carlos, candidato al trono por la Alianza, desembarcaba en Barcelona para ser proclamado rey. En agosto de ese mismo año el conflicto sucesorio hispánico y las interrelaciones europeas se manifestaban en territorio valenciano cuando Basset ocupaba Denia, y proclamaba rey de Valencia a Carlos III. En Septiembre Felipe V retiraba las tropas de caballería hacia Catalunya, a la que consideraba escenario principal, y el 16 de diciembre de 1705, a la Puerta de San Vicente de Valencia, la actual plaza de San Agustín, llegaba Basset y Nebot, un coronel catalán del ejército borbónico pasado a los austracistas; refuerzo importante para Basset en la toma de Xátiva, Oliva, Gandía y València. Era un ejército triunfante, aclamado por la multitud, pero compuesto esencialmente de campesinos.

En la primavera de 1706 el ejército aliado entrando por Portugal llegaba a Madrid donde Carlos III era proclamado rey sin demasiado entusiasmo. Mientras tanto, en febrero de 1706 el general inglés Peterborow efectuaba las primeras detencionesde ayudantes de Basset, considerado por la nobleza austracista un peligroso baluarte de las reivindicaciones populares y antiseñoriales. El 28 de junio era detenido. Con el inicio del otoño de ese mismo año Carlos III era obligado a retirarse desde Castilla hacia Valencia, donde llegaba el 30 de septiembre, y que abandonaba el 7 de marzo de 1707 ante la ofensiva borbónica en curso.

El 25 de abril de 1707 se producía la Batalla de Almansa, donde el ejercito aliado era derrotado. Quizá en un exceso de optimismo identitario Carme Pérez Aparicio afirma que: “Almansa significà la fi de l’autogovern dels valencians, però també l’inici d’una llarga i tenaç lluita per la recuperació de la personalitat política perduda”.

El 4 de mayo caía Requena; el 7 de mayo las tropas borbónicas llegaban a Torrent, y un día después se rendía la ciudad de Valencia. El 29 de junio de 1707, Felipe V decretaba la abolición de los fueros. En el mes de julio y agosto de 1710 se producían las victorias aliadas de Almenara y Zaragoza, que hacían pensar en la recuperación del Reino de Valencia y en un nuevo giro en el conflicto. Pero en diciembre de ese mismo año las derrotas de Brihuega y Villaviciosa, y lo que es peor, la muerte en 1711 del emperador José I de Austria, dejaba sin efecto los intereses que habían fundamentado la Alianza contra los Borbones. 

Los tratados de Paz de 1713 y 1714 y la retirada de los ejércitos aliados son los últimos actos de un conflicto, que se dio por concluido con la rendición de Barcelona el 11 de septiembre de 1714.

El escenario valenciano tiene por otra parte, y dentro del contexto general, su propia cronología; el conflicto se manifiesta el 17 de agosto de 1705 -tres años después de iniciadas las hostitlidades- con la llegada de Basset a Denia. En palabras de Perez Aparicio: 

“Les forces aliades saberen aprofitar l’arrelat sentiment foral de catalans, aragonesos, mallorquins i valencians, per tal de lluitar contra Felip V desde el seu mateix terreny, i els habitants de la Corona d’Aragó saberen veure en l’arxiduc l’unica garantia de manteniment de llurs respectius règims jurídics...”

Aunque la iniciativa de Basset para abrir el escenario valenciano, resultó en buena medida ajena a la voluntad de los ejércitos aliados:

“Conquerir el Regne de València el 1705 no va ser un projecte del rei Carles d’Austria, ni del landgravi, ni dels comandaments aliats: ho va ser de Basset. Això ho va intuir el poble valencià que va aclamar com l’alliberador, no les autoritats austriacistes, sinó Basset”.
En el Reino de Valencia de principios del siglo XVIII concurrieron además una serie de factores que condicionaron tanto el éxitoinicial de Basset, como su posterior fracaso. Los ecosantiseñoriales de la Segunda Germanía seguían vigentes y resultaron muy sensibles al discurso de Basset y sus colaboradores, que fueron capaces de reclutar entre sectores campesinos un improvisado ejército popular, que en su marcha hacia Valencia durante el otoño de 1705, calzaba alpargatas y se armaba con palos. El éxito inicial de Basset se debió en gran parte al abandono militar que por Felipe V hizo del reino. El ejercito de Basset estaba no obstante más interesado en liberarse del yugo señorial que en otra cosa. Como suele ser común en la mayoria de las revueltas populares del Antiguo Régimen, se aclamaba a un rey como punto de referencia, aunque se pretendiera un nuevo estado de las cosas. 

Según Perez Aparicio: “La Guerra de Successió és una manifestació de la tradicional inquietud social del País Valencià. Joan Baptista Basset i Ramos, valencià de família humil, militar heoric, enginyer experimentat i, sobretot, líder del seu poble” representó sin duda los intereses de muchos vecinos de Quart de Poblet. Su caida en desgracia les dejó sin abanderado, sin portavoz y lo que es más importante, sin heroe en mitad de un conflicto tan determinante para la futura identidad.

El gobierno de facto que el general inglés Peterborow instauró a mediados de febrero de 1706, fue un gobierno que representaba otra clase y otro tipo de intereses. Los campesinos habían dejado de pagar las rentas señoriales acogiendose a lo que Basset y García de Avila habían proclamado en su camino hacia Valencia, pero la nobleza austracista, basandose en los propios fueros consiguió que Carlos III anulara las exenciones del pago de censos.

Especialmente compleja debió ser la posición de los de Quart, que sujetos al señorío de los monjes de Poblet, veían como Fray Francesco Dorda, abat de Poblet, era Almoiner major y president del Reial Consell d’Hisenda de Carlos III.

Es precisamente en el periodo que Cervera Torrejón llama Gobierno Basset, es decir, desde la llegada a Valencia del de Alboraia el 16 de diciembre de 1705, hasta que es recluido el 28 de junio de 1706, cuando se alcanza en este lugar el máximo grado de confrontación violenta, derivada en gran parte de la cercanía del conflicto. La reciente derrota de Basset en Chiva y la proximidad de las tropas borbónicas en su acoso a Valencia convirtieron Quart de Poblet en escenario directo de la Guerra de Sucesión.

Los hechos principales son los enfrentamientos con los soldados enemigos, el saqueo e incendio de muchas casas por parte de éstos, y las represiones contra borbónicos llevadas a cabo por sus vecinos. Hay que situar lo sucedido en el año 1706 y no en otro, porque al fin y al cabo, las fechas y los aniversarios son coyunturas de activación de la memoria y como tales pueden ser utilizadas o silenciadas, según se piense. Pero en este caso, en el incidente con los soldados napolitanos que refiere Miñana, y que motiva la represión borbónica posterior se hace mención expresa a que los soldados apresados en Quart son remitidos a Basset, por lo que lo sucedido en Quart debe situarse antes de que éste fuera apresado el 29 de junio de 1706. Cervera Torrejón sitúa concretamente el incendio de Quart el 17 de enero de 1706, un día después de la derrota de Burjassot:

“L’endemà, el diumenge 17, les dones i el xiquets de l’Horta recollien a Burjassot els seus parents i amics morts i ferits. Mentrestant, el comte De las Torres cremava Quart, ocupava Aldaia i Mislata, i els dragons de Mahony es passejaven amenaçadors per Campanar, Tavernes i Alboraia”.

Aunque Cervera Torrejón no cita fuentes concretas, el contexto en el que data la acción es coherente con los personajes implicados y los movimientos militares efectuados. El resto de acontecimientos deben situarse a continuación del 17 de enero de 1706; incluido el de los dos pretendidos colaboradores borbónicos del incendio que fueron colgados en la plaza del Mercado de Valencia, y que el autor citado sitúa en el tiempo en el que Valencia es asediada por las tropas borbónicas: “que fins i tot van tallar l’aigua de la sèquia de Rovella, imprescindible per a la ciutat. Aquest fet va excitar la població, que nomes es va apaivagar amb el càstig que van patir dos pretesos col.laboradors dels borbònics en la crema de Quart”.